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 Relato - Gennet

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Ragnar Firehand
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Ragnar Firehand


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MensajeTema: Relato - Gennet   Relato - Gennet EmptyMar Sep 22, 2009 12:54 pm

Gennet

Gennet había estado huyendo toda la noche en una carrera precipitada a través del bosque que ocultaba la luna. Las ramas lo rasgaban, las raíces le hacían caer y tenía el rostro y los brazos desnudos llenos de arañazos y agarrotados por las moraduras. Dos veces se paró, sin aliento, el pecho hinchado y dolorido, convencido de que no podría seguir corriendo. Mas lo que había a sus espaldas sobrepasaba cualquier peligro que pudiera encontrarse frente a él. Siguió avanzando entre los oscuros árboles.

Había perdido la estera de dormir y la chaqueta en su huida, junto con la espada larga y las raciones. Tenia la camisa y los pantalones rotos y agujereados y las botas se abrían por las costuras. Su única arma era un cuchillo largo que se balanceaba en su cinto mientras corría.

Gennet vislumbró una luz por delante, un asomo de rojo parpadeando por entre la maleza. guiándose pro esa calidez distante, encontró que la maleza disminuía y después desaparecía del todo para dar paso a unas lomas ondulantes cubiertas de mugre y helechos. También los árboles disminuyeron en número, y finalmente, Gennet entró en un claro, una pequeña explanada al pie de lo que una vez fue un templo a un dios olvidado. Aunque alentado por la luz, Gennet tuvo cuidado. No tenía ni idea de quién había encendido la hoguera ni de si serían amistosos hacia los Humanos o a los extraños en general. Sin embargo, no estaba preparado para los seres que vio reunidos alrededor del fuego.

Eran un grupo dispar, una verdadera tribu de seres irracionales. Un descomunal Tauren de enormes cuernos estaba tirado sobre uno de los bloques cubiertos de runas del templo. la gigantesca criatura se incorporó sobre un codo para observar al recién llegado. Dos Elfos, uno rubio y pálido, y otro con la piel violácea que parecía mezclarse con la oscuridad, interrumpieron una acalorada conversación y miraron a Gennet igualmente. Un nervudo Goblin de piel verde que se ocupaba de la fogata enarcó las cejas ante la visión del andrajoso visitante a la luz del fuego. Por último, un Enano reclinado al otro lado de los Elfos asintió en dirección a Gennet mientras colocaba la mano en el largo rifle que descansaba cera de él.

El Goblin miró a los demás y dijo algunas palabras, en voz demasiado baja para que Gennet lo oyera desde el otro extremo de la explanada. Entonces el bajo humanoide se acercó con calma.

- Eh, Humano, ¿Qu'haces paqui? - Preguntó el Goblin, mientras levantaba las palmas de las manos, demostrando que no tenía armas. Gennet miró a los demás, percatándose de el Enano sostenía su rifle con despreocupación estudiada.

- Soy un viajero - Tartamudeó Gennet -. No, Guardia de Caravana, en realidad. Cinco carromatos, cinco conductores, diez guardias. Nos atacaron unos Demonios. Creo que eran Demonios. Eran bestias grandes con alas y piel roja y ojos llameantes. Estaban... - Hizo un gesto hacia la oscuridad a sus espaldas - Por ahí atrás, muy lejos.

El Goblin asintió.

- Demonios, si. Hay montones paqui, restos de Kil'Jaeden y Sargeras y tós los otros. Perra suerte ¿Eh? No's bueno estar solo. ¿A que los odias? ¿Los matarías si por ti fuera?

Gennet pensó en sus aliados, enzarzados en combate con las criaturas mientras el huia. Sintió que el rostro le ardía de vergüenza, pero dijo:

- Odio a la raza de los Demonios, si.

El Goblin asintió otra vez y lo observó con ojos pequeños y brillantes.

. Yo y mis socios, estos, peleamos con ellos cuando no queda otra. También miramos por sitios oscuros, por sus tesoros. Secretos, poderes, eso. Yo soy el jefe: nadie me manda, pero hablo por estos otros. Bueno ¿Como lo ves? ¿Te quiés venirte?

Gennet miró de nuevo al grupo y por primera vez consideró su situación: Solo, perdido, sin suministros y prácticamente desarmado. Un felino rugió, alarmantemente cerca en la oscuridad que les rodeaba.

Gennet devolvió su atención al Goblin.

- Sería un honor unirme a vosotros.

Lo dijo a un volumen suficiente como para que los otros junto al fuego lo oyeran.

- ¡Perfecto! Siempre's bueno tener más manos payudar - Dijo el Goblin con una enorme sonrisa.

El Enano puso la arma a un lado con la misma despreocupación con que la que la había cogido, el Tauren se volvió a tumbar sobre el enorme altar de piedra y los Elfos reanudaron la conversación en un tono que sugería que era una antigua discusión.

Desde un lado de la explanada llegó un ruido de hojas. Apareció un orco, con los gruesos brazos cargados de leña para hacer fuego. Al ver a Gennet se le endurecieron los ojos, frunció el ceño y adelantó la mandíbula con sus colmillos, desafiante.

- Eh, este tío ha decidido venirse con nosotros. - Anunció el Goblin.

- ¿Ah, si? - gruñó el orco con una voz como un desprendimiento de rocas. Sus pequeños ojos sopesaron a Gennet -. Bien. Pues que vaya él a por leña la próxima vez.

Extraído del manual básico de Warcraft D20.
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