El Mago y la Bruja... Sin comentarios. [ Sartaz y Geneviev ]

Mezcló los ingredientes con suma precisión bajo la atenta mirada de aquella pequeña ardilla mecanica, cuyo tic de cabeza conseguía sacarle de sus cabales a veces. Era lo que tenía comprarle un compañero a un ingeniero goblin, no te podias fiar de aquellas pequeñas ratas verdes sin que sus creaciones te explotaran en la cara o dieran algun que otro fallo molesto. Volvió a centrar su atención en los viales burbujeantes justo a tiempo para retirar parte del liquido que estaba mezclando, el minimo fallo podía llevar toda la investigación a tomar por saco, pero el no iba a permitir que eso pasara. - Eso es, un poco más y ya estara todo listo. ¿Has visto Daxter? ¡Ja! Te dije que lo conseguiria. - Dijo a la ardilla antes de continuar.

Tuvieron que pasar casi dos horas hasta que el mago llegó por fin al último paso de su experimento, el cual era remover lentamente el contenido del vial sin ninguna alteración fisica mayor. Fue en ese momento, cuando Sartaz; El Boticario ya saboreaba el exito de su proyecto cuando llegó el desastre, pues la ardilla mecanica sufrió uno de sus corto circuitos y golpeó el vial. Asombrado Sartaz vio como el contenido burbujeaba violentamente y se temió lo peor hasta que este se detuvo. Un suspiro de alivio escapó de sus labios al ver que no había sucedido nada, pero había cantado victoria demasiado pronto. El contenido se volvió negro como el carbón al instante y una nube pequeña de humo dejó la cara del elfo completamente llena de hollín.

- Yo... Voy a matarte, voy a desmontarte lentamente sin desactivarte y voy a sacarte una a una tus piezas de rata mecanica de las narices. - Dijo al mecanico animal mientras alzaba los brazos lentamente para poder cazarlo.

Había cogido el vuelo hacia entrañas antes de que el sol se asomase, tan temprano que cuando sus botas tocaron el suelo de el lúgubre lugar los trabajadores del lugar apenas llevarían un par de horas en sus puestos y un olor que podría ser perfectamente araña quemada invadía el lugar, le gustaba aquel lugar lleno de muertos vivientes, en realidad le gustaba cualquier lugar lugubre, todo lo contrario que al pequeño diablillo que acompañaba a la pelirroja bruja quejándose cada cinco minutos contados de su presencia en aquel lugar.

Camino hasta los canales sin prestarles atención a las personas que se cruzaban en su camino, gente poco importante que jamás merecería una de sus verdes miradas de superioridad helada, no, aquel día había ido allí en busca de un par de cosas que necesitaba.

Giró la calle hasta el barrio de magia y se adentro dentro de la tienda del boticario donde sus ojos se posaron en el que suponía que sería el boticario, un elfo de sangre que estaba amenazando a una ardilla mecánica, se quedó en silencio sin interrumpir la escena, si el elfo necesitaba desmontar una ardilla para atenderla, ella esperaría pieza a pieza y quizás hasta le haría cierta gracia...su diablillo rio divertido subiéndose a una de las mesas del boticario y agitando una de las vasijas que había sobre la mesa.

-Este..!-dijo alzando el botijo moviéndose con rapidez sobre la mesa y llevándoselo a su dueña.

Se fijo en como el diablillo subía a su mesa y cogía uno de los botes. Dejo que la araña huyera para sujetar de la cola al pequeño demonio y arrebatarle de las manos el vial con sospechoso contenido. - ¡TÚ! Escoria demoniaca, amalgama de moleculas maleficas concentradas, insecto bastardo hijo de una aberración del quinto infierno, como se te ocurra coger otra vez algo de lo que hay en esta tienda, voy a coger toda tu energia y la voy a usar para uno de mis experimentos con no-muertos. - Soltó al bicho y se colocó las ropas para luego limpiarse un poco la cara y mirar a la clienta que había entrado en su tienda. Aquella no era una mujer normal y a juzgar por la mascota era una bruja, una bruja que al mago le daba muy mala espina. Aquella mujer no era de fiar y no solía equivocarse.

Dejo que la mujer estuviera a sus anchas por la tienda y que fuera ella la que se dirigiera a él. Si el demonio no había errado en su cometido, había encontrado en su tienda lo que buscaba, pero era algo muy caro, por lo que había que pagar un precio especial para obtenerlo, y el mago solía pedir cosas demasiado valiosas como para tener mucho clientes. - ¿Qué se le ofrece? - Como cualquier vendedor, hubiera preferido disuadir a la mujer de que se llevara otra cosa, pero esta vez iba a preferir que la mujer escogiera, siempre era interesante poder pedirles cosas a los brujos, estos siempre tenian piedras del alma que ofrecer y aquellos objetos eran muy codiciados.

No salió en la defensa del diablillo, no era necesario, el pequeño e impulsivo ser se lo había ganado y al fin y al cabo la cosa no fue a más, quién sabe si la bruja abría llegado a permitirle algo al elfo contra una de sus criaturas..Al fin y al cabo él era suyo y solo ella podía maltratarlo.

Notó como la atención del boticario se centró en ella, por lo que avanzó por el lugar a pasos calmados, echando largas ojeadas a las mesas y estanterías, para detenerse frente al boticario pocos segundos después. Su mirada no era cálida, no trataba de mostrarse amigable y suponía que el tampoco lo necesitaba, al fin y al cabo ambos tenían por delante una negociación.

Él preguntó y ella señalo el recipiente que había cogido su diablillo momentos antes y que ahora se hallaba contemplando el líquido con estupor, como si le arráyese la esencia.

-Necesito un par de cosas...y creo que usted puede ayudarme.-dijo tendiéndole al boticario una pequeña lista de venenos baratos y hierbas fáciles de conseguir- y también me gustaría saber el precio de...eso.-dijo señalando el recipiente que su diablillo miraba.

Sujetó la lista sin inmutarse apenas por la fria mirada que le dirigía la bruja. Observó y memorizó los ingredientes uno a uno y con total calma los fue buscando y poniendoselos sobre la mesa. Quizás los venenos se podian encontrar en cualquier parte, pero el recibía los mejores cargamentes y muchas de las veces era el mismo quien seleccionaba las plantas y materiales, por lo que lo trataba todo con cuidado, dado que siempre había que ofrecer al cliente lo mejor. Miró el frasco con el contenido que estaba sobre la mesa y por el que el diablillo estaba tan ensimismado, era normal. Una mezcla de sangre demoniaca y almas humanas no se encontraba en cualquier parte, por no decir ninguna. Solo el, podía tener objetos tan valiosos y mezclas tan poderosas. - Me temo que este recipiente y su contenido no tienen precio alguno. - Dijo con absoluta tranquilidad - No es algo que se pueda pagar con dinero, así que lo siento. Dudo que pueda permitirselo. - Quizás iba a tomarselo a mal, pero él no eran de los que vendian los objetos a cualquiera, ni por cualquier cosa. Había llegado a pedir almas de demonios mayores a cambio de sus ventas.

El no era un comerciante cualquiera, aquellos que iban a comprar a su tienda tendrian que ir dispuestos a comerciar con cualquier cosa, incluso con sus propia vida.

Observó como este sacaba los ingredientes de la lista, cosas sin importancia por las que posiblemente no tendría que haber viajado para conseguirlas, una bonita pantalla de humo a una compra mayor, la respuesta del boticario no la hizo inmutarse, apoyo una mano sobre la mesa y el diablillo se acercó a ella después de soltar un par de palabrotas en idioma demoniaco.

-No debería subestimar a sus clientes -contestó ella esbozando una fría sonrisa mientras pasaba el dedo índice por la cabeza de su diablillo, tensando la piel del mismo levemente.-Al fin y al cabo le beneficiaria que pudiera permitírmelo...póngame a prueba.- Genevieve era una experta en conseguir lo que quería de las maneras que quería, no era una persona conocida, no se hablaba de ella en ningún lugar, tal vez porque no le convenía a la bruja.

Arquéo una ceja ante la respuesta de la Bruja. ¿Enserio queria que él la pusiera a prueba? Definitivamente los brujos seguian siendo como siempre, ofrecian cualquier cosa a cambio de lo que ellos desearan en ese instante. Sonrió de forma siniestra, quizas de una forma muy poco peculiar en él y que seguramente antaño, a sus conocidos hubiera hecho pensar que se podía desatar un cataclismo con los planes del mago. - Muy bien... Quiero una piedra del alma imbuida, con su alma, pero no un fragmento, quiero una piedra completa. ¿Ya sabe como va esto no? Solamente si usted muere podría sacarle provecho. ¿Acepta al trato o no? - Definitivamente aquella bruja no conocía del todo al mago y si el no la conocía a ella era por que se había esmerado en desaparecer por completo. Vio el poder y el ansia en los ojos verdes brillantes de la elfa. Un alma a cambio de aquel valioso vial. Era un trato sumamente justo.

Sartaz comenzó preguntarse a si mismo para que querría la bruja aquel vial, pero dejó de hacerlo al poco tiempo y se centró en el negocio. Después de todo era una buena venta y lo que no ganaba vendiendole el veneno iba a ganarlo obteniendo una piedra del alma.

Repiqueteo los dedos sobre la mesa pensando, como toda buena bruja siempre había una piedra del alma suya creada para casos de emergencia, su valor era más personal que otra cosa...a caso que como él había dicho, muriese...en ese caso, ella tendría un problema si el poseía la piedra...sus pensamientos pasaban ligeros por su mente sin que su rostro delatara ninguno de sus pensamientos.

El diablillo la miraba curioso, incluso el pequeño ser esperaba la respuesta de su dueña, ella asintió lentamente, haciendo a un lado levemente la capa que la cubría para dejar a la vista una pequeña caja.

Abrió la tapa de madera roja, sin dejar que nadie viese su contenido, aunque era obvio que hay estaban sus fragmentos de alma, joyas valiosas de un brillo especial que podían reflejarse levemente en sus ojos, sus dedos pasearon por la caja, acariciando algunos de estos, para detenerse un instante...

Segundos después la caja había desaparecido y la bruja sostenía en su mano una de las gemas mas redondas y puras del mundo, algo imposible de tallar para cualquier artesano...una esfera perfecta, lisa y transparente de la cual emanaba un sutil brillo y una pequeña llama habitaba en su interior..Realmente era imposible saber si la piedra del alma era suya si ella no moría, lo que estaba claro por las dimensiones y el brillo de la joya, era una piedra del alma.

Extendió la mano levemente hacia el boticario mostrando la gema, deshacerse de cosas valiosas nunca era digno de una sonrisa.

-¿Trato?-preguntó mientras los ojos del diablillo brillaban levemente mirando la gema con codicia.

Examinó la gema cuando la sujetó ante el y un ligero destello asomó a sus ojos. Parecía ser verdadera y por supuesto estaba encantado de aceptar el trato. Tomó el vial con una mano y se lo tendio a la bruja a la par que esta le ofrecía la gema del alma. Cuando tuvo el orbe en sus manos pudo sentir la energía maligna que lo imbuia. Era como la magia, pero había un regustillo agrio, costumbres que había adquirido con el paso de los años, no era la primera vez que trataba con Brujos y seguramente no sería la última, a pesar de la tirria que llegaba a tener a esos seres. Guardó la gema en una pequeña caja de madera color onice y la cerró lentamente con una llave que podía tener más de un siglo.

- Muy bien, ¿se le ofrece algo más señorita? Ah, el resto de venenos y cosas que ha comprado se lo dejo gratis. Pero, guardaremos este pequeño negocio nuestro en secreto. - Le dirigió una mirada de complicidad.

Si ella estaba de acuerdo en que nadie supiera de ella, también lo estaría en guardar el secreto, puesto que a el no le interesaba lo más minimo de que el mundo entero supiera lo que podía comprarse y venderse en su tienda.

Vio al hombre examinar la joya y supo que aceptaría, tal vez no fuera su propia gema del alma, quizás ni siquiera la hubiese creado ella...pero era una gema del alma y seguía siendo un objeto valioso, dejo que él hombre sostuviera el orbe y lo vio guardársela, justo cuando su diablillo abrazaba el botijo y desaparecía de la tienda con la mercancía comprada.

-De acuerdo, me parece bien- respondió a la breve amabilidad del boticario con una leve sonrisa, a ella tampoco le interesaba que se hablara de aquel comercio entre ambos igual que no le interesaba que iba a hacer con su compra...Se coloco la capucha sobre la cabeza sin volver a mediar palabra con el hombre y giró sobre sus pasos saliendo de la tienda.

Solo había una manera de que el boticario supiese de su engaño y era que el dueño de esa gema, muriese y en el caso de que eso ocurriese..¿cómo se las ingeniaría el boticario para dar con la bruja cuyo nombre desconocía? Perfecto, para Genevieve aquel dia había salido redondo.